Quienes podan marchaban en silencio hacia las afueras y las montaas lejanas, totalmente indiferentes, sin ninguna iniciativa.

En cuanto puede, regresa a su casa destruida y busca sus restos.

Sus pensamientos giran ahora constantemente en torno al emperador.

Vaya, qu haba pasado con mis calzoncillos y mi camiseta Qu haba ocurrido Me mir.

Su presencia me tranquiliz y, aplacado a medias mi propio terror, intent tranquilizarla.

Ahora estaba muy oscuro y, ya a solas, me invadi una profunda depresin.

Hiroshima ya no era una ciudad, sino una inmensa pradera devastada.

Nunca como entonces me haban parecido tan cercanas las montaas.

Algunos realmente me abochornaron, pues estaban tan malheridos como yo.

Por dentro y por fuera todo est en ruinas, completamente destrozado.

Conoca a Katsutani desde haca aos, y pese a saberlo persona emotiva, su evidente desconsuelo me conmovi profundamente.

Mientras segua buscando ayuda comenzaron a llegar heridos al pueblo.

Con esa informacin mont en mi bicicleta y ech a pedalear a toda velocidad hacia Itsukaichi.

Esposos buscaban desesperadamente a sus mujeres, hijos a sus padres.

No pocos venan del interior preguntando por amigos o parientes.

Haba visto a mis amigos heridos, sus familias disgregadas, sus hogares destruidos.

Pero no habiendo visto personalmente ningn caso semejante, no poda dar mucho crdito a mi teora.

Otros a quienes interrogu decan haber tenido idntica experiencia.

Ayer, cuando lo trajeron, ella rebosaba optimismo y esperanzas, y ahora haba muerto.

Doctor me reproch enseguida al verme, no debe hacer estas cosas, no est bien.

Entre nosotros al menos cada da mora menos gente; durante este da slo habamos tenido dos muertes.

Seguimos viaje en silencio, cansados ambos y bastante deprimidos.

Al menos nosotros tenamos algo por qu luchar, podamos intentar mejorar.

Pobre mujer, qu destino le aguardaba Me haba recordado a mi madre.

El Techo De Incienso Pdf